miércoles, 17 de febrero de 2016

TRIÁNGULOS DE POLENTA AL HORNO


Polenta al horno con verduras salteadas


Cuando tomé la decisión de vivir una vida vegana debo admitir que al principio me dio un poco de miedo. En primer lugar desconocía muchos alimentos de los que hoy en día incluyo en mi dieta y eso me hacía pensar que comería ensalada y garbanzos el resto de mi vida (clásico error de un no-vegano jeje). Pero también me preocupaba el tema social. Cuando di el paso no conocía a nadie que fuese vegano o vegetariano. No tenía con quién hablar de mis temores o dudas y me pasaba el día navegando por internet buscando información, recetas, etc. En casa no me decían nada pero cuando íbamos a casa de amigxs, familiares, etc ya era otro tema. Las preguntas se volvían incómodas, sobre todo cuando ya se hacía evidente que no era mera curiosidad, si no que me estaban juzgando. De repente todo el mundo parecía entender muchísimo de nutrición y salud. Y por supuesto llevar una alimentación vegana era un error (según ellos). Yo había empezado dando el paso hacia el vegetarianismo pero en el fondo sabía que para mí no tenía ningún sentido. Si lo hacía por los animales, la industria lechera y de los huevos era el mismo maltrato hacia ellos, por lo tanto se me acababan las excusas para consumir estos productos.

Al final tuve mis momentos débiles. Caí, en parte por la presión social, en parte por mi propia confusión y mis dudas de que si estaba haciendo las cosas bien (a nivel nutricional y de mi salud). Entonces vi Earthlings. Muchos de vosotros lo habréis visto, o por lo menos habréis oído hablar de este duro pero magnífico documental. Y ahí dije "hasta aquí". Me daba igual el "qué dirán", me daban igual los opinólogos y sus teorías de por qué el humano DEBE comer carne (por favor...) y empecé a sentirme diferente. Al no ser parte de toda esa crueldad, de todo ese sufrimiento me sentí libre, en paz conmigo y mis miedos y dudas desaparecieron. Empecé a cocinar platos nuevos, a probar alimentos que no había probado antes (tofu, algas, tempeh, leches vegetales, cereales como el mijo o el trigo sarraceno...) y me sorprendí a mi misma con lo bien que me lo pasaba inventando, adaptando recetas, haciendo algunas que leía en otros blogs veganos que fui descubriendo y dejé de sentirme sola en toda esta aventura.

A día de hoy sigo aprendiendo y explorando el maravilloso mundo vegano. Un claro ejemplo es la receta que os traigo hoy. Es con algo tan simple como la sémola de maíz o polenta y jamás lo había usado antes en la cocina, ni siquiera me había llamado la atención al ver el paquete en el supermercado. Pero un día vi por ahí una receta con polenta y me llamó la atención el hecho de que se quedara una masa tan compacta. Así que la compré, experimenté... y me encantó!

Lo bueno de la polenta es que tiene un sabor muy suave y se puede cocinar con muchísimas especias, hierbas, verduras... Y también se le puede da la forma que queramos. La receta que vi era de una especie de palitos fritos de polenta con un dip para mojar. Yo he querido darle una forma divertida para que mi hija lo probase sin poner caras raras y ha funcionado bastante bien jejeje. Bueno, no me enrollo más, os dejo la receta!

  • Cantidad: 2-3 raciones
  • Tiempo de preparación: 40 minutos ( más 1 hora de reposo)
  • Sin gluten


Ingredientes:
-150 gr sémola de maíz o polenta
-450 ml caldo de verduras
-Pimienta recién molida
-Una pizca de romero seco
-Una pizca de tomillo
-Una pizca de ajo en polvo

Preparación:
Ponemos en una olla el caldo, la sémola y las especias y llevamos a ebullición moviendo a menudo para que no se pegue. Cuando rompa a hervir bajamos el fuego a media potencia y sin dejar de mover observaremos que va espesando a medida que la sémola absorbe el caldo. Después de unos 5 minutos apartamos del fuego y dejamos la olla tapada unos 10 minutos más.
Cogemos una fuente rectangular o cuadrada (la mía es de unos 32 x 26 cm) y ponemos papel de horno. Con la ayuda de una lengua o espátula de madera repartimos la masa uniformemente en el molde y dejamos reposar una hora aproximadamente.

Precalentamos el horno a 220º.
Con cuidado sacamos la polenta ya compacta del molde con la ayuda del papel de horno. Cortamos en cuadrados y luego cada cuadrado por la mitad para que se queden triangulitos. En la bandeja de horno ponemos papel vegetal y colocamos los triángulos. Horneamos unos 15-20 min o hasta que veamos que se hayan dorado. Y listo!

Hoy hemos acompañado la polenta con unas verduras salteadas, en este caso cebolla morada, calabacín y champiñones, todo laminado y hecho en la sartén con un poquito de AOVE y semillas de cáñamo. Y que no falte la levadura nutricional jeje.

¿Os animáis a probar? Un abrazo muy fuerte, hasta la próxima!

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